Race Report – Across Andes 2025
Esta es una de esas carreras que tiene el famoso “efecto ultra”; es el cual que hace que durante la carrera jures y re jures que no volverás a hacer algo como esto para finalmente volver a lo que todos sabemos… Volver a apuntarnos.
Across Andes está catalogada como una de las mejores carreras del mundo de ultra ciclismo, totalmente merecido por lo demás, así que es difícil abstraerse de esta tremenda aventura….
Este año llegamos físicamente quizás mejor que nunca o quizás con más experiencia, además de esto, teníamos la suerte de poder correr con una bicicleta de primer nivel, Wilier Rave SLR 2025, todo lo lindo de la Rave pero ahora con la posibilidad de poder usar ruedas más anchas (50 mm para esta carrera). ¡Y que pinta tiene!

Este año Across Andes cambiaba de casa, después de unos años en Patagonia, decidía volver a la Araucanía. La sede era Pucón y el recorrido, aunque en el papel era “más corto” su terreno roto y sus 12.300 metros de desnivel positivo lo ponían al nivel de cualquiera carrera de 1000 km.
¡Al fin llegó el día! Largada a las 8 am, tantos días de entreno, tantas horas pensando ese momento y al fin había llegado. Este año tenía en mente dormir menos y pedalear más, había mucha incertidumbre de cómo se iba a sentir el cuerpo, pero apretamos los dientes y ¡salimos con todo!
El objetivo era claro: Watts y frecuencia cardíacas controladas a lo que habíamos hablado con mi entrenador (Renzo Corsini) y darle a ese ritmo hasta que el cuerpo diga que tiene que parar.
La carrera sale de Pucón en un marco impresionante, Domingo 8 am lo que significa poca gente y una postal maravillosa del volcán Villarrica para darte la largada.

Salida neutralizada, hasta tomar contacto con el Gravel, obviamente al principio todo el mundo desbocado y se hace difícil seguir tu ritmo, pero sabía que pagaría a la larga. La carrera parte y sube durante los primeros 100 km, todo transcurre en unos caminos maravillosos a través de los cuales te vas acercando de a poco a la frontera con Argentina. El paisaje mientras más alto más exuberante, buenas sensaciones, buenos números, el rodar era un poco más lento de lo que quería, básicamente por la subida constante, pero a las 3 horas la carrera empieza a poner a la gente en su sitio y tú te das cuenta que hiciste lo correcto.
Esta carrera como se puede ver en el mapa, consta de 3 loops, y así lo tomé yo, siempre cuando los objetivos son muy grandes intento dividirlos: Una primera vuelta que mataba los primeros 100 km subiendo y que bajaba pasando por detrás del lago Caburgua en unas postales increíbles, de repente, llegábamos al kilómetro 129 ahí la gente de trailing camp nos esperaba con un puesto con pan y bebidas y lo mejor de todo ¡podías pagar con tarjeta! Recarga de energía y emprender rumbo a Cunco.


En Cunco paro en un almacén, un montón de ciclistas con cara de miedo, ya empezábamos a sentir que el calor iba a ser parte importante de la carrera, me acuerdo entrar y ver en un refrigerado una cerveza Radler sin alcohol…. No sabes lo que tienes hasta que corres un ultra…. Sabía a Gloria… Mucha gente capeando el calor y dije aquí es cuando hay que apretar más, ya vendrá la noche. Cargué las botellas y seguimos.

El segundo loop era probablemente el más duro, concentraba gran parte del desnivel pasaba por Melipeuco donde estaba el primer punto de control (CP1) marcamos, me percato que venía en los treinta y algo lo que para mí era buenísimo y decido poner rumbo a Icalma. Para poder llegar a dicha ciudad había que subir una cuesta de más de 700 metros positivos, ahí me di cuenta que manejar el calor iba a jugar un rol fundamental en esto y cambié a una estrategia más agresiva de hidratación, es super importante, que en este tipo de carreras uno esté abierto a modificar los planes, la rigidez probablemente te lleve al fracaso. Llegado a Icalma ya bajaba el calor, empezaba a oscurecer y emprendíamos rumbo a Lonquimay, terreno a veces blando pero que mis 50 mm de neumático pasaban sin problemas, cuando entra la noche a mí me entra como un segundo aire, la cosa se pone épica los sentidos se agudizan y yo pasaba gente que buscaba ya donde dormir, lamentablemente ese rodar de noche me privó del espectáculo que es el bosque de Araucarias pero sabía que llevaba un buen ritmo y que no podía parar… Beber, comer, beber, beber, comer… así un mantra interminable. Puede sonar tedioso, pero te obliga a estar siempre dividiendo el tiempo y para mí al menos es clave para mantener las energías altas.
A mí me pasa que cuando me baja la glicemia o el aporte energético, se me cae el ánimo al suelo y entro en un bucle de pesimismo… Con los años uno sabe ya manejarlo, pero es algo a evitar porque muchos abandonos ocurren ahí. Uno ve todo negro y problemas solucionables se hacen inmensos.
Pasamos el bosque ya entrada la noche y llegamos a Lonquimay, eso significaba solo una cosa; había llegado la cuesta las raíces, cuando empiezas la carrera sabes que es el punto que más va a costar es el punto más alto de la carrera es una subida de otros 700 mts de desnivel positivo pero lo peor es que solo un tramo está asfaltado, hasta que este se acaba y empiezas a luchar con un terreno suelto con pendiente y ya a esa altura cansancio… A las 4 am coroné cuesta las raíces, aquí quizás uno de los errores que cometí, tenía pensado parar a comer algo en Lodge Alpina que en teoría era algunos kilómetros más abajo por la cuesta por lo que con el impulso de llegar a la cima, bajé inmediatamente sin abrigarme. Llego a Lodge Alpina con mucho frío y cansancio lo que me hizo salirme del plan y dormir una hora antes de seguir.


Después de una hora de sueño a medias por la cafeina que traía; una ducha y desayuno reponedor me dieron nuevas energías y seguimos en ruta. La cuesta se bajaba muy rápido, solté los frenos y aproveché de avanzar “gratis” lo más rápido que pude.

Listo para salir
Por delante venían dos cuestas ambas de unos 500 metros de desnivel positivo, la primera con un ascenso exponencial terminando en rampas del 20% y la segunda muy larga (18 kms) que salía desde Cherquenco, el día avanzaba lento, y el calor te recordaba las inclemencias del día anterior, en mi cabeza solo repetía, tranquilo ya va a llegar la noche y será tu momento. Al fin coronar la segunda cuesta y ya solo tocaba bajar a Cunco para el CP2.
Se hizo largo, una bajada final muy rota donde ves a varios amigos tirados por pinchazos, llantazos o alguna otra avería. Al bajar la cuesta tomabas el asfalto rumbo a Cunco, agradecía haber hecho un set up un poco más “aero” y la Wilier que se portaba como una campeona, lo que faltaba era el ciclista…

Pedaleando rumbo a Cunco
A eso de las 3 de la tarde llego a Cunco, decido almorzar pensando en ocupar una hora para que pase el calor y yo reponerme bien, salmón con arroz adentro, digestión hecha y seguimos. Esta era una zona de transición entre el segundo y el tercer loop, por delante una cuesta pequeña El Pedregoso, debo reconocer que soy muy fanático de estudiar todas las cuestas antes de la carrera, es lo que a mi más me cuesta y sabía que el Pedregoso una cuesta de otros casi 500 metros positivos pero muy corta en su primer ascenso con pendientes constantemente fuertes el 20% aparecía en todo momento y en mi Garmin todo en negro, lo tomé con paciencia, tenía buena cabeza, sabía que era el último coloso de la carrera, no se entregaba fácil además una falsa cumbre que te ilusionaba pero no… Finalmente arriba tricota abierta enfilo hacia abajo, suelto los frenos y dejo que mi cuerpo regule la temperatura. Una vez abajo a rodar 37 km hasta Villarica como de costumbre, bajó el calor y mi cuerpo me pedía tirar fuerte, controlado, pero pasando gente, ya de noche llegamos a Villarrica.
Mi plan inicial era intentar no dormir quizás muy ambicioso, y como ya había dormido algo en Lodge Alpina decido parar a dormir 4 horas y salir al día siguiente muy temprano. Entrando a Villarica, Googleo alojamientos y elijo el primero que salía; Hostal Alemán, llamo y Armin (el dueño) conocía la carrera y sin demora me recibió, me dio el dato para pedir comida mientras me duchaba y lavaba los dientes… placeres mundanos que uno no sabe cuánto te hacen falta. Duchado, comido y lavado de dientes decido dormir unas 4 horas para salir muy temprano. El menú de ese último día eran 260 Km algo más rodadores que todo lo previo, pero con un ingrediente especial, íbamos a atacar la meta, desde lejos pero estábamos convencidos.

¡Salida desde Villarrica a llegar!
Salgo alrededor de las 5 am rumbo a Coñaripe, había decidido tomar algo de desayuno ahí y así fue un rodar de gravel de ritmo difícil con mucho sube y baja pero a las 8 estaba en Coñaripe sentado en una cuneta comiendo un pan con jamón y queso y tomando un cafecito solo (otro placer mundano que se extraña), coincidí con los grandes de Puro Ultra y compartimos esperanzas y dolores secretos que por respeto a ellos no los puedo reproducir.

Ya con energías enfilo rumbo a Liquiñe una pequeña cuesta de asfalto a esa altura interminable me llevó hasta el CP3, llevaba un rodar fácil, buen ritmo para mí. Marco, me tomo una coca cola y decido salir rápido, la clave para mi esta carrera fue minimizar al máximo los tiempos detenido, sin embargo, debería haber comido o haber echado algo para comer, mi meta era llegar a almorzar algo a Panguipulli pero el camino que bordea el lago, que aunque era precioso, era una tortura ciclística, repecho tras repecho de esos que no te dejan pasarlos con el impulso anterior, el sol de nuevo pegaba fuerte y creo que este fue el peor momento de la carrera para mí, lo que si ya estaba enfilado a llegar así que nada importaba, en esta cosa aprendes también que todo es tiempo, si sigues pedaleando, tarde o temprano llegarás, en un momento decido parar y analizar la situación, necesitaba darle a mi cabeza algo de motivación, analizo mi Garmin el mapa y las pendientes y me doy cuenta que hay que pasar un gran repecho, bajar, doblar a la izquierda y llegar a Panguipulli, ahí un plato de comida nos esperaba. Con este nuevo objetivo en la cabeza nuevas energías llegaron y fuerte y derecho llegamos al fin! Busco un restaurante, ¡Tres coca colas normales por favor! Así saludé a la mesera que me atendió en el restaurante, el calor arreciaba y todas las reservas estaban vacías, pasta y coca cola alimento de campeones! Hablo con mi papá y me cuenta que voy entre los 30 primeros! No lo podía creer, hago un poco de homeostasis a esa altura, cargo botellas pongo la comida necesaria y sabía que sería la última vez, por delante la salida de Panguipulli una dolorosa pared a 40 graditos de calor, algo de asfalto y los últimos 30 kilómetros de Gravel.

¡Tres Coca Colas por favor!
Bebe, bebe, come, bebe, bebe el mantra me mantenía en ritmo, intentaba no pensar en que iba entre los primeros 30. ¡¿Qué estaba pasando?! Mi corazón, una sensación muy extraña, quería tirar con todo, pero eran 100 km por delante y había que ser inteligente. Una trampa en el camino con una subida durísima que me hizo acordar con poco amor de Paulina y Mariano, pero que saliendo de eso ya enfilamos a Villarrica de nuevo.
Seguimos en ruta y ya sin agua veo el fin del camino de tierra, un sueño… apretamos en el asfalto, por delante 3 kilómetros de tierra (los últimos) y cerca de 10 km a Villarrica. Sabía que si llegaba a Villarrica estaba hecho, aunque sea caminando iba a llegar. Último abastecimiento de líquidos y salimos, sentidos agudos, oscureciendo, rodando fuerte y derecho. Me llama mi papá que es mi ingeniero de carrera la persona que me da una visión global y unas frases de ánimos justo cuando se necesita y me dice vas 28… Yo no lo podía creer ¡qué sueño estaba viviendo! En ese momento solté todas las amarras, no miré más la potencia y apreté fuerte los dientes rumbo a Pucón. Pero quedaba algo que no había querido ver, la última subida que marcaba el Garmin, la número 99 de la carrera era una subida de 5 km que ya a esa altura no se iba a entregar fácil. Al fin llegamos a la cima, doblo a la izquierda y bajo a toda velocidad a Pucón, hago las vueltas en el mapa y llego oficialmente 62 hrs con 18 minutos. Un cúmulo de emociones se vienen a la cabeza, mis hijas, mi familia, la gente que estaba pendiente de mí, la familia de All4Bikers, la Cami de Republicaciclismo, gente que me siguió y que hizo que hubiera un puntito extra de energía a todos ellos mil gracias, yo no me dedico a esto, me considero un aventurero, pero esta… esta si que se pasó. Ojalá nunca se borren de mi cabeza los paisajes de película, las horas pensando en mi gente y tantos momentos épicos vividos en esas 60 horas.


Mientras escribo este reporte, hago la preinscripción de Across Andes 2026… Llamo a mi papá y le cuento que se abrieron las inscripciones y que yo había decidido no correr más… Del otro lado del teléfono suena un: “¿Ya te inscribiste o te vas a inscribir?” A lo que yo contesté: “Ya estoy inscrito…”.
Mi setup para esta carrera era la Rave SLR, grupo Sram Force XPLR (13 velocidades), Bolso Tailfin y Top Tube Apidura de 2 Litros, 2 botellas de 1 litra y una caramagnola en la parte inferir del tubo diagonal, sillín Fizik versus evo, neumáticos Vittoria Terreno 50 mm, llantas Miche Graf Aero 48 mm.
Por Óscar Cuevas


