Pía Sanhueza: “Hay un antes y un después en mi vida después de Across Andes”

Across Andes 2021

Inscribirse en esta carrera de gravel ya era un gran desafío; las palabras “Ultraciclismo” y “Bikepacking”  asustaban un poco. Somos más que nada ruteros, en general de largas distancias y bastante escalada, que es lo que más nos gusta, pero esto era un desafío diferente.

Foto: Gentileza Matt Maynard

La idea siempre fue completar los 1.040 km y más de 14.000 mts de ascenso en 5 días, alojando todas las noches en hostal, cabaña o lo que fuera. Darse una ducha, comer y poder dormir bien para poder rendir al día siguiente. Un par de semanas antes, las reservas ya estaban hechas, de acuerdo al plan/estrategia de carrera.

Nos subimos a las bicicletas de gravel un par de meses antes de la carrera. Tuvimos la suerte de unirnos a un grupo de amigos graveleros que siempre organizaban salidas y eso nos permitió hacer largos y entretenidos entrenamientos en grupo. También tuvimos la oportunidad de hacer una salida muy exigente y larga con los Fireflies Patagonia, lo cual nos fue dando confianza. A su vez participamos en un par de carreras de esta disciplina; Gravel Coast (Puertecillo) y Viña Los Vascos (Peralillo). Pero sinceramente salidas con bolsos fueron sólo 2 veces, y con bastante menos peso del que sería realmente.

Llegamos al Base Camp del Across Andes en Melipeuco un jueves, 3 días antes de la carrera. La idea era llegar con tiempo, adaptarnos, mentalizarnos y disfrutar/compartir de la previa de este gran evento.

Entre jueves y viernes llegó la mayoría de los corredores, chilenos y extranjeros. Se respiraba un ambiente muy cálido, mucha buena onda y todos felices/ansiosos por lo que se venía a partir del domingo 28 de noviembre.

Conversando con otros corredores me dí cuenta que en realidad, no era buena idea tener un “itinerario” de carrera tan organizado, con reservas de alojamiento. La mayoría iba un poco a la deriva, dependiendo de como se iban sintiendo, era como iban avanzando. Así es que ese viernes, anulé todas las reservas. Alfredo estaba más que feliz, porque esa había sido siempre su idea.

El día de la carrera, el despertador sonó a las 04:45. Ya teníamos todo ordenado, las bicicletas cargadas con los bolsos, comida, etc. Tomamos desayuno en la cabaña y a las 6:30am estábamos en el punto de partida que era ahí mismo.

En realidad siento que estábamos menos nerviosos que para una carrera de Gran Fondo de un solo día… iba a ser una carrera taaan larga que era super distinta la sensación. Todos tirando la talla, conversando y sobre todo, felices!!

Foto: Gentileza Matt Maynard

Hicimos la carrera en 3 bloques: 1er día pedaleamos 254 km con 4.070 mts ascenso. Desde Melipeuco a Cunco, donde estaba el PC1 (Punto de control). Fue un recorrido bastante rudo con terreno de tierra/piedras, también asfalto. Pasando por cuesta Las Raíces, Lago Icalma, Laguna Galletué, Parque Nacional Malalcahuello, Parque Nacional Conguillio. Ese día alojamos en el mismo lugar de la CP1.

El 2do día partimos a las 5am , pedaleando 232 km con 3.265 mts de ascenso, desde Cunco hasta Coñaripe. Pasando  por Colico, Caburgua, bordeando el Parque Nacional Huequehue, Curarrehue, Pucón. Llegamos a Coñaripe a las 23:00, afortunadamente encontramos un lugar donde la dueña nos esperó con un rico plato de comida y cosas para el desayuno. Esa noche descansamos mucho.

El 3er día salimos pedaleando a las 8:15 am, después de un contundente desayuno. Esa mañana Alfredo me preguntó si me gustaría ganar nuestra categoría (duplas mixtas) a lo cual le contesté que sí. Ahí me dijo “bueno, entonces, desde acá a la meta sin dormir”, jaja, casi muero de la impresión por su propuesta. Pero igual le dije que aceptaba. Para mi es un tremendo tema no dormir, pero decidí “aperrar”. Nos faltaban 530 km y casi 6.300 mts de ascenso.

Este día pasamos por el Lago Pellaifa, Lago Neltume, Parque Huilo Huilo donde estaba el CP2, Lago Panguipulli,  Mafil, Rio Calle Calle, San José de la Mariquina,  Mehuin (CP3), Cuesta Lastarria, Villarica, Lago Colico.

Fueron días extremos, brutales, no sé que palabra más usar, pero no puedo creer todas las emociones, estados de ánimo, cansancio, frío tuve esos días y noches.

Cuando comenzaba a oscurecer, aproximadamente 9 de la noche, estábamos en Mafil, no teníamos agua, teníamos hambre, y estábamos en medio de la nada, sin saber cuánto quedaba para algún pueblo o calle con casas. Así es que nos desviamos unos metros al ver una casita para pedir agua. Un señor super amable, además de darnos agua, nos dio manzanas y naranjas, dicho sea de paso, la mejor naranja y manzana que he comido en la vida, no sé si estaba sabrosa, pero la aprecié con mi vida. Ahí estuvimos como 1 hora, abrigándonos y recuperando energía.

Se sentía un frío pedaleando por el borde del Río Calle Calle! Además todo muy oscuro, menos mal que era asfalto.

A las 4am, en San José de Mariquina, el cansancio, frío y hambre me estaba inhabilitando, no era capaz de avanzar más, sobre todo por el frío. Paramos y Alfredo me dijo que buscáramos un lugar para descansar, y apuntó hacía un cajero automático. Yo ya estaba entregada jaja así es que accedí rápidamente. Ni siquiera me saqué el casco, y nos acostamos en el suelo, hicimos cucharita y nos tapamos con la manta de emergencia. Alfredo roncaba como si estuviese en la cama, yo no logré dormir, pero si descansé y dormité. Comimos muchas barritas, frutos secos, era lo único que teníamos.  Estuvimos 1 hora ahí. Nos forramos con pedazos de la manta por todo el cuerpo y seguimos pedaleando. Fue una noche del terror, el cansancio te lleva a ver hasta alucinaciones; veía animales en todos lados, pero en realidad eran árboles.

Llegamos a las 7 am al Punto de Control 3 en Mehuín, donde nos llenamos de buena energía y de unos ricos huevos, café y pan. Ademas que es un lugar increíblemente lindo.

Luego venía la cuesta Lastarria, interminable, pero además un terreno terrible, lleno de piedras, que hacían que las pendientes fueran mas difíciles aún. Caminamos bastante, sobre todo para guardar piernas por todo lo que quedaba aún.

Foto: Gentileza Matt Maynard

Llegamos a Villarrica a las 22 hrs, ya estaba todo cerrado y necesitábamos comer algo urgente. Encontramos una sandwichería donde nos comimos sendos churrascos con papas fritas…de ahí en adelante fue muyyyy difícil todo.

Más cuestas interminables, pero más encima comenzó a chispear.. otra noche sin dormir ya estaba pasando la cuenta, pero una está tan enfocada que no se piensa mucho, sólo hay que darle. Pero igual tengo que admitir que pedalear en la noche, chispeando, con frío, en tierra, es muy extremo para mi.  Las bajadas eran una tortura, me caí 3 veces, iba tensa, muchas las caminé.

Alfredo impresionante. Una concentración, una tranquilidad, seguridad (al menos es lo que transmitía). Pero estaba tan concentrado, enfocado, que estaba demasiado serio, y yo lo único que necesitaba era un abrazo y un “no te preocupes, todo está  bien”. Él estaba preocupado, porque sentía que tenía una responsabilidad muy grande conmigo de sacarme sana y salvo de ahí.

Foto: Gentileza Matt Maynard

En cuanto comenzó a amanecer, todo cambió… una maravilla pedalear viendo todo, daba lo mismo el frío, el hambre, el cansancio. Además que se había terminado la maldita cuesta, ahora era sólo avanzar y llegar a la añorada meta.

Ahora lloraba de emoción, y eso que faltaban los últimos 40 km aún… No podía creer que ya lo estábamos logrando!! En ese último tramo, a Alfredo se le estuvo apagando la tele un poco, ahí me fui yo adelante… Es un grande realmente, un rambo jaja. Pedaleó desde el primer día con heridas en el “poto”, estaba con dolor de rodillas de tanto intentar acomodarse para que no le doliera tanto con el asiento. Fue un tremendo partner, se maneja increíble, tiene un oficio de ciclista increíble. Es mas encima un MacGyver .

Cruzamos la meta en 97 horas y 51 minutos, el jueves 2 de diciembre, ganando la categoría duplas mixtas.

Lo único que sé qué hay un antes y un después en mi vida después de Across Andes, y no es una frase cliché…

Pía Sanhueza

Lunes 13 de diciembre de 2022

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