Domi Lavanchy: Spring Valley 100 Gravel Race “Almanzo 100”#Almanzo100 #DomiLavanchy #RidechileRaceReport

Una carrera para recordar. Creada el año 2007 por Chris Skogen, considerado unos de los padres fundadores de las carreras gravel del Mediooeste. Almanzo 100, se dice que es la carrera donde todo comenzó, “The granddaddy of all gravel races”.

Se dice que si eres gravelero en Estados Unidos, seguro has escuchado de esta carrera. Su popularidad y cantidad de participantes fue tal, que ya para el año 2012 se consideraba una de las carreras de gravel más famosas. Con más de 1.000 corredores por año, la carrera ha inspirado la creación de marcos y bicicletas, hasta se hizo una rueda con su nombre “Challenge Almanzo”.

Decidí que esta sería mi primera carrera en gravel y mi primera carrera post pandemia. La última carrera que corrí fue el 19 de enero 2020 (La ruta del vino). Posteriormente en marzo del mismo año tuve la suerte de ser parte de Fireflies Patagonia, en el que recorrimos 1.000 km en el Sur de nuestro país. Un desafío en gravel, primera experiencia en este tipo de terrenos y me dejó fascinada. Decidí comprarme una bicicleta de gravel y mis salidas se intercalaban entre ruta y gravel.

En enero 2021 me vine a vivir a St. Paul, Minnesota. Me casé con un minnesotano, Connor Brown. Él pedaleaba mucho, pero había dejado de hacerlo hace casi 10 años. Trabajaba además en la industria del ciclismo, competía en carreras Critérium (rápidas y cortas). Y luego de todo este tiempo, volvió a pedalear conmigo. Queríamos competir, y empezamos a buscar carreras, había una, pero faltaba sólo una semana y era larga, muy larga. Listo, ¡qué mejor motivación! Decidimos correr nuestra primera carrera en gravel, y como me encantan los desafíos, 100 millas sonaba razonable.

En mi cabeza me imaginaba que me podía demorar unas 7 horas, no tenía un plan específico, sólo mucha ansiedad por volver a competir. La carrera se solía hacer en mayo, pero un par de años el clima tocó muy helado y a parte de congelar a los corredores, los caminos estaban en muy malas condiciones, por lo que decidieron cambiarla para inicios de junio. Resultaba un plan perfecto para los organizadores, junio por lo general tiene un clima agradable, lo que nunca imaginamos era que iba a resultar ser el día más caluroso del año (con decir que el día anterior a la carrera me llegó una alarma al celular recomendando precaución por las altas temperaturas). Pero ya no había nada que hacer, sólo entregarse a lo que se venía.

Almanzo 100 es una carrera de autosuficiencia, pero la organización envió un comunicado unas horas antes para informar que esta vez tendrían 4 zonas de abastecimiento dado las condiciones. La ruta de la carrera se llama Almanzo, en honor al marido de Laura Ingals. Ellos vivieron aquí en los años 1870 y su vida se describe como la carrera, muy linda pero muy difícil.

Sábado 5 de junio, me despierto a las 4:00 de la mañana y el termómetro marcaba 32 grados. Auto cargado y nos dirigimos a Spring Valley, un sector ubicado en el sur del Estado de Minnesota. 100 kms al Este se encuentra el Río Misisipi, bordeando el Estado de Wisconsin. Este año sólo 200 inscritos aproximadamente (efecto Pandemia), de los cuales no llegaron un 20% (efecto calor). Camel bag lleno, dos botellas de agua, mucha comida, Garmin cargado y listo.

Decidí ubicarme en primera línea, cosa que no suelo hacer, pero mi ansiedad por competir me salía por los poros. Partimos la carrera, todos muy rápido, el grupo se disgregó en el primer kilómetro y logramos quedar en el primer pelotón (desconocía que se hacían pelotones en carreras de gravel, pero iban muy rápido ya que el camino estaba en buenas condiciones por lo que parecía carrera de ruta). Eso me ayudó a sentir confianza, ya que a pesar de que he mejorado un montón, la tierra sigue siendo un desafío para mi. Sentí esa sensación de adrenalina de antaño, ese bichito de competencia, mis piernas se sentían muy bien y seguí acelerando para seguir bien posicionada. Dos mujeres muy fuertes iban en mi grupo, el resto solo hombres.

Llegado el km 10, dos caídas, una adelante mío, logre esquivarla. Y comienzan las subidas, duras, bajadas rápidas, pero iba cómoda. Estaba gozando. Km 34 Chatfield Range, primer punto de abastecimiento, 35 grados, sólo me quedaba una botella de agua. Recarga completa, por suerte una señora me ofreció bloqueador solar, otra me ofrece pickles con mayonesa envueltos en salame, los miré raro, pero pa dentro!, y una maravilla!!!

Nos dimos cuenta que ya muchos habían abandonado, estábamos sorprendidos de la cantidad de ciclistas ya tirados en el costado del camino. Yo iba decidida a terminar, e íbamos a hacerlo juntos, así que en ese momento no había duda.

Seguimos ruta, todavía no me afectaba tanto el calor, seguía feliz, ya se empezaban a formar grupos de dos, tres ciclistas, luego ya la mayoría del tiempo íbamos solos. La ruta en la mayoría eran campos abiertos y muy pocos árboles, muchísimo viento, casi siempre en contra, y ya se empezaba a hacer más desafiante.

En el km 65 Preston Greenleafton Bridge, el segundo punto de abastecimiento. Éste fue rápido, refills y listo. Queríamos avanzar. Hasta el km 80 me sentí increíble, muy fuerte, pero Connor ya estaba muy cansado, entrenamos juntos, pedaleamos harto, pero nunca esta distancia ni menos con ese calor, el que nos empezó a afectar de manera considerable, no se podía respirar!! Y se venía una subida tras otra. La altimetría acumulada ya marcaba 1.200 mts , faltaban mil más.

Eran las 13:00 hrs y estábamos en el km 100.7, en Forestville, un nuevo punto de abastecimiento. Aquí muchos de los ciclistas parece que decidieron quedarse y no continuar la carrera. Marcaban 37 grados en la sombra. Aquí decidimos parar por más tiempo, había que descansar del calor. Para muchos ya era imposible terminar. Mucha agua e isotónicos, plátanos, salame con pickles y listo.

Partimos nuevamente, cada kilómetro se sentía lento, pesado, sentía el calor derritiendo mi piel, el ánimo decaía en momentos, todavía quedaban 65 kms y a esas alturas se veía muy lejano. Último punto de abastecimiento, km 135; Wikoff. Trataba de mantener la fuerza y motivación, pero seguía siendo difícil. Se venían las peores escaladas. Oriole Route y luego su subida, 9,7 grados en promedio, y casi 1 km de longitud. Cuando la vi pensé que era broma, imposible pedalearla a esas alturas, primera vez que me bajo de la bicicleta en una carrera. Subimos caminando, y no terminaba nunca! Llegué finalmente a la cima y mi Garmin decidió apagarse. Llevaba 145 kms. Faltaban 20.

Estos últimos 20 kms fueron la prueba más grande, ya no daba más, mi cabeza se había mantenido firme, pero ahora ya no me estaba acompañando. Nunca le había exigido tanto a mi cuerpo, estos últimos 20 kms me acompañaron con sangre de narices, no se detenía, sabía que era mucho pero ya no podía renunciar. 10 kms faltaban y sentía que eran 100, eternos. Me puse a llorar, y no paraba. Connor a pesar del cansancio, me animó hasta la llegada, en que escuché el aliento de otros corredores y eso me dió pilas para terminar los últimos metros con una felicidad máxima. Un sin fin de emociones, la carrera más dura de mi vida, 9:23 hrs de carrera, de desafíos mentales y físicos, que sin duda suman para la vida. La correría de nuevo, SI!! Pero ojalá lloviendo.

Domi Lavanchy

Fecha de la carrera: Sábado 5 de junio de 2021

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